Cada vez es más común que los compradores pregunten si la promoción incluye tendederos en la azotea. En las nuevas construcciones de vivienda libre, lo que solía ser una instalación funcional en los edificios residenciales, hoy parece estar desapareciendo. La cubierta, que antes albergaba tendederos al aire libre, se destina ahora a otros usos, principalmente a infraestructuras técnicas y terrazas privadas para los áticos. Pero ¿por qué está ocurriendo este cambio? Aquí exploramos dos motivos principales:

1. Saturación de las cubiertas

El primer factor es la limitación de espacio en las cubiertas, que en muchas nuevas promociones se encuentran ya llenas de equipos necesarios para el funcionamiento del edificio. En las construcciones de altura, la azotea se ha convertido en la ubicación para instalaciones de climatización, paneles solares (ahora menos habituales gracias a la aerotermia), antenas y otros elementos clave para la eficiencia energética y el confort. Estos sistemas ocupan cada vez más superficie, dejando escaso o ningún espacio para áreas comunes como los tendederos.

Además, la tendencia a crear terrazas privativas en los áticos se ha extendido en todo tipo de promociones, no solo en las de lujo, y asignar estos espacios a las viviendas de los últimos pisos se traduce en un atractivo adicional que aumenta el valor de estas unidades. Con el aumento del precio de las viviendas, las promotoras buscan aprovechar cada metro cuadrado disponible en la cubierta para maximizar beneficios.

2. Reducción de costes en la construcción

Otra razón detrás de esta ausencia de tendederos es el ahorro en los costos de construcción. Cada elemento que se añade en una promoción incrementa el presupuesto, y el aumento de los costes hace que las constructoras busquen reducir lo que consideran prescindible. Habilitar áreas de tendido implica una inversión adicional tanto en la estructura del edificio como en su mantenimiento.

Actualmente, la normativa exige que los ascensores lleguen hasta la cubierta para garantizar accesibilidad, pero algunas promotoras eliminan incluso el acceso completo en todos los portales, lo que reduce la inversión que implicaría habilitar tendederos y abaratar la obra.

¿Qué implica la falta de tendederos en las cubiertas?

La falta de espacios para tender la ropa al aire libre plantea un problema real para los propietarios. En muchas de las viviendas de nueva construcción, las terrazas privadas no son lo suficientemente grandes para habilitar un área de tendido, y tender en los balcones suele tener un impacto negativo en la estética del edificio, especialmente en promociones con barandillas de cristal. A nadie le gusta que la fachada luzca desordenada con prendas tendidas en los balcones.

Además, aunque la secadora sea una alternativa, en Granada, con tantas horas de sol, depender exclusivamente de ella resulta un gasto energético y económico para muchas familias que prefieren el secado natural. Así, las limitaciones de diseño en las nuevas construcciones convierten esta situación en un problema tanto funcional como estético.

Las Viviendas de Protección Oficial (VPO): una excepción

En contraste, en las promociones de Viviendas de Protección Oficial (VPO), la normativa sigue exigiendo la presencia de tendederos en las cubiertas, garantizando esta funcionalidad para los residentes.

¿Soluciones?

La eliminación de tendederos en cubiertas responde a la necesidad de espacio para instalaciones técnicas y a la optimización de costos, pero también crea un desafío para los futuros propietarios. Aprovechar el secado natural debería ser un beneficio inherente al clima de nuestra zona, y quizás sería conveniente que los proyectos contemplaran alternativas en este sentido. De hecho, recomendaría que las promotoras incluyan este aspecto en sus Memorias de Calidades, para que los compradores sepan de antemano si contarán o no con este espacio esencial.

En definitiva, el equilibrio entre funcionalidad, sostenibilidad y estética debería seguir siendo una prioridad en el diseño de las viviendas nuevas, especialmente en una ciudad como Granada, donde los recursos naturales pueden aprovecharse de manera óptima.